
La primera clase versó sobre las bases del relato corto. ¡Siempre hay que empezar por los cimientos!
En un relato corto es muy importante centrarnos en un sólo tema, usando un sólo protagonista, al que acompañen pocos personajes o en tan pocas líneas no nos dará tiempo a desarrollarlos. Preferentemente, situaremos la acción en un único escenario y en un corto espacio de tiempo.
La trama tiene que arrancar desde un conflicto, que hace que cambie el personaje de una u otra manera.
El narrador puede ser omnisciente, omnisciente parcial o equisciente (hace alguna aclaración, pero inmediatamente después la pone en duda).
El narrador puede ser el escritor o un personaje secundario (tercera persona), o el protagonista (primera persona). Es mejor no cambiar al narrador para no hacer líos al lector.
Siempre es mejor mostrar más que decir directamente. En vez de decir que el protagonista se ha enamorado, podemos indicar que al verla sintió una emoción muy fuerte. En vez de decir que es tímido, podemos indicar que en cuanto le dirigieron la palabra su rostro se tornó de un rojo intenso, etcétera, etcétera.
Para dar más emoción al relato podemos hacer que un objeto adquiera una importancia desmedida. por ejemplo, en unos de los relatos que leyeron los compañeros, la protagonista tenía una obsesión casi enfermiza por una foto enmarcada: la del día de su boda. Y toda la historia giraba sobre este objeto. Así descubríamos que su relación de pareja no era precisamente feliz.
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