lunes, 19 de mayo de 2014

Amigos


En la segunda clase de relato corto me tocó leer algo de cosecha propia y esto es lo que presenté:

Amigos

“Todavía me cuesta creerlo. ¡Si es un santo!... O, al menos, lo era. Hace mucho que no sé nada de él. Desde la noche esa en la que nos pasamos con el alcohol y dije todas esas burradas sobre Bea. Me pase tres pueblos. ¡Pero es que esa chica era peor que un dolor de muelas! No entiendo cómo le enganchó. Es que era muy tonto. ¡Joder! Que no. Que es imposible.

No veo yo a Martín levantándole la mano ni a una mosca. Aunque a esa tía le venían bien un par de ostias... Pero de ahí al maltrato… ¿Tanto puede cambiar una persona? Me cuesta aceptar que el mismo tipo que me salvó de tantas sea un cabrón que pega a su mujer. No le conocía, no le conocía en absoluto. Y eso que hemos sido amigos desde…¡Buf! Ya no me acuerdo. ¡Desde el cole! Ya no me acuerdo del curso en el que vino de novato a clase y le tuve que defender de Javi y los estúpidos de sus amigos. Desde ahí siempre hemos ido a muerte. Siempre… Hasta que apareció Bea… Mira que era mala. Y me odiaba. ¡Vaya si me odiaba! Seguro que se alegró cuando me mandó a la mierda. Y mira como son las cosas. ¡Hasta me da pena ahora! Debe de haber pasado un infierno. Y con dos niños pequeños. Menos mal que tiene el apoyo de la ley y ahora pueden vivir tranquilos. ¡Que cabrón Martín! Cómo me pude equivocar tanto con él. Es que aún no me lo creo, por mucho que lo diga un juez. ¡Si de bueno era tonto! Pues yo no me quedo con las ganas. Porque yo no puedo callarme y menos con bestialidades como estas…

Si que tarda en cogerlo. No me extraña. Después de lo que ha hecho…”

“¿Sí?”

“¡Martín! No puedo creerlo, no puedo creerlo.”

“Yo no la toqué. Nunca la toqué.”

A mis compañeros les gustó bastante. Aunque se quedaron con la idea de que, quien hablaba era una chica. Desde el principio había pensado en un chico cuando lo escribí. Supongo que fue debido a que lo leí yo.

Tampoco quedó muy clara la culpabilidad o inocencia del amigo. ¿Lo niega, aunque sea culpable? ¿Es inocente y la mujer le denunció para sacar ventaja en su divorcio? Me ha gustado dejar la duda abierta.

Éste es un relato lleno de dudas...

Las bases del relato corto

Aprovechando que me han admitido en un curso de escritura de relatos cortos en la biblioteca de mi barrio voy a plasmar todo lo que aprenda en este blog recién abierto. Así, además de compartirlo con todo el que esté interesado, yo misma lo tendré a mano si algún día quiero refrescar mi memoria.

La primera clase versó sobre las bases del relato corto. ¡Siempre hay que empezar por los cimientos!

En un relato corto es muy importante centrarnos en un sólo tema, usando un sólo protagonista, al que acompañen pocos personajes o en tan pocas líneas no nos dará tiempo a desarrollarlos. Preferentemente, situaremos la acción en un único escenario y en un corto espacio de tiempo.

La trama tiene que arrancar desde un conflicto, que hace que cambie el personaje de una u otra manera.

El narrador puede ser omnisciente, omnisciente parcial o equisciente (hace alguna aclaración, pero inmediatamente después la pone en duda).

El narrador puede ser el escritor o un personaje secundario (tercera persona), o el protagonista (primera persona). Es mejor no cambiar al narrador para no hacer líos al lector.

Siempre es mejor mostrar más que decir directamente. En vez de decir que el protagonista se ha enamorado, podemos indicar que al verla sintió una emoción muy fuerte. En vez de decir que es tímido, podemos indicar que en cuanto le dirigieron la palabra su rostro se tornó de un rojo intenso, etcétera, etcétera.

Para dar más emoción al relato podemos hacer que un objeto adquiera una importancia desmedida. por ejemplo, en unos de los relatos que leyeron los compañeros, la protagonista tenía una obsesión casi enfermiza por una foto enmarcada: la del día de su boda. Y toda la historia giraba sobre este objeto. Así descubríamos que su relación de pareja no era precisamente feliz.

viernes, 25 de abril de 2014

Detrás del cristal

Mayte Esteban


Ana hace una locura obligada por circunstancias desesperadas y empieza la trama. A la par que leemos, nos topamos por el camino con un batiburrillo de sentimientos que se encuentran y estallan en una historia conmovedora. Un comienzo desesperado que abre un ventana para algunos personajes. Otros, simplemente, no quieren encontrar la salida.

Decisiones equivocadas, cimientos que se tambalean, imágenes engañosas que deslumbran y se quedan en nada. Y en medio de todo: la inocencia. Un bebé que representa que la vida merece la pena vivirse, le pese a quien le pese.

Podemos aprender mucho de la protagonista: nunca darse por vencida; buscar la oportunidad sin sentarse a esperarla, ver la luz en medio de la oscuridad... O como, tan bien lo resume la autora: "Está permitido equivocarse. Lo cobarde es no intentarlo".

De unos personajes muy bien definidos, destaca Raquel. Su historia nos marca mucho más que la de la protagonista. Quizá por su matiz trágico. O porque vive inmersa en una realidad demasiado real, desgraciadamente. O, tal vez, porque Ana, la verdadera estrella de la narración, inicia el argumento con un acto impropio de su forma de ser que no acaba de ser creíble, pero, sin el que no habría novela. Una acción necesaria, aunque poco realista que nos conduce a una trama que engancha hasta el final. Las segundas oportunidades existen si sabemos aprovechar el momento.

miércoles, 23 de abril de 2014

Amor a la lectura desde que nacemos

El día del libro es un día excelente para empezar un blog en el que ellos van a ser los protagonistas.

Las letras me apasionan, tanto si salen de mis dedos o si me entran por los ojos. Adoro leer y escribir. Me encantaría transmitir esta pasión a mis hijos. Aquí dejo unos cuantos tips para que la pasión por la lectura crezca en los niños desde que nacen.