martes, 16 de abril de 2024

EL CRIMEN PERFECTO. Tarea : El crimen


Crimen

El cuerpo del heredero de la fortuna de la familia más importante del pueblo de Nuevo Dunwich aparece semi devorado junto a la tumba de su recientemente fallecido padre. A su lado hay una pala y la tumba está ligeramente excavada.

Informe de la muerte

El cuerpo del fallecido fue encontrado la mañana del 15 de marzo de 1974, muy cerca de la lujosa tumba en la que había sido enterrado su padre en la zona más rica del cementerio local, por el vigilante del cementerio, que llamó inmediatamente a la oficina del Sherif para informar de su macabro descubrimiento.

El cuerpo del fallecido estaba parcialmente devorado, supuestamente por unas bestias. La morfología de los mordiscos indica que podrían haberse hecho con dientes de cánidos de gran tamaño. Por contra, no se encontraron huellas de animales junto al cadáver. Tampoco había mucha sangre y la que había, presentaba un alto grado de coagulación. La mayor parte de los mordiscos se encuentran en las extremidades de la víctima, aunque también hay unos pocos en el pecho y el abdomen. Esto indicaría que la víctima estaba tumbada boca arriba cuando los recibió ya que no presenta ninguna marca de dientes en la parte posterior.

Cerca de la tumba se encontró una pala de jardinería grande, muy desgastada y sucia. Las marcas de la parte de la mano derecha indican que es probable que la víctima la usara, aunque no se han encontrado sus huellas en ella. De hecho, no se ha encontrado ninguna huella en la pala a pesar de que muestras signos de un uso reciente. La otra mano de la víctima estaba totalmente destrozada, así que no se pueden buscar ese tipo de indicios en ella. 

La tumba del padre de la víctima se encontraba ligeramente excavada por su esquina inferior derecha. Las paladas coinciden con las que podría haber ocasionado el tipo de pala encontrado.


EL CRIMEN PERFECTO. Lección 1


Taller impartido por José Carlos Somoza, en la Biblioteca Pública Rafael Alberti, que busca dotar al escritor de conocimientos científicos y técnicos útiles en la elaboración de un relato de ficción, y ofrecerles un espacio en el que puedan dar respuesta a sus inquietudes, proporcionándoles el asesoramiento especializado en derecho penal, criminología, criminalística en el marco de la escritura de una novela negra. La finalidad es conocer de primera mano la información y técnicas reales de investigación a fin de emplearlos con rigor en el desarrollo de la trama.

Introducción

Diferencias entre:

- Novela policíaca: Plantean crímenes sin tener en cuenta clases sociales desfavorecidas y sus problemas.  Los personajes son como piezas de ajedrez. No hay crítica social. Sólo importa cómo y quién.

- Novela negra: Más de grises. Se empieza a ordenar problemas sociales. Hay mucha violencia. Lo que importa es desenvolverse en el bajo mundo. Importa más el vínculo social que el crimen.

El Crimen

El crimen perfecto está un poco pasado de moda. Ya no es lo único alrededor de lo que gira la trama de las novelas de misterio. Antiguamente, en el crimen perfecto lo más importante era quién lo hizo y cómo se hizo. Hoy en día el aspecto social cobra una gran importancia (Implicaciones y desviaciones sociales).

Por otro lado, con los años, el crimen se internacionaliza y aparecen novelas negras de autores extranjeros ambientadas en esos países con sus propias características. Por ejemplo, la novela escandinava con sus atmósferas frías y sus paisajes con nieve y hielo. O la novela africana o japonesa. Según la sociedad planteada así es el crimen.

Pero en todos los casos, para que haya culpable tiene que haber una sucesión de acontecimientos que parten de uno en concreto.

Misterio → Sorpresa final → Quién

                → Cómo

El crimen perfecto es el que no se ha resuelto y no se ha encontrado al culpable. En la realidad, el crimen perfecto es casi vulgar. Por ejemplo, un atropello sin testigos en el que el conductor huye. Hay un montón de crímenes sin resolver en los archivos de la policía. Muchos culpables escapan. Es verdad que, hoy en día, es muy fácil hallar pruebas de ADN, pero también es muy fácil perderlas o corromperlas. Muchas veces hay demasiadas evidencias que no dejan ver lo que pasó.

Inventar un crimen ficticio tiene su miga. Lo importante es construir el crimen paso a paso, desde lo más simple a lo más complicado. Cuantos más detalles metamos en el inicio más se estrecha el camino y menos posibilidades futuras tenemos. Hay que ir metiendo más detalles poco a poco. Cuanto más avanza la novela, las posibilidades se van restando, hasta que llegamos al final y sólo queda una posibilidad: la de lo que ha pasado. 

Hay que tener mucho cuidado porque el lector se sentirá estafado si no sabemos desarrollar la trama de forma adecuada, por muy interesante que sea el crimen. Una buena forma de desarrollarla es la investigación sobre la víctima. Tiene que ser verosímil en todo momento. Debemos tener mucho cuidado cuando hablamos de lo que no sabemos y documentarnos muy bien. Y hay que tener en cuenta que siempre hay un factor Azar. Hay ciertos factores que nos ayudan a conectar con el lector. Por ejemplo, la violencia o abuso sexual suele despertar la empatía del lector. También son muy impactantes las desapariciones de menores. La policía estima 24 horas que el niño aparezca sano. Tras ese plazo las posibilidades de que esté vivo son cada vez menores.

El crimen no tiene por qué ser un asesinato, puede ser un secuestro, un robo…

Tipos de crímenes según donde reside la importancia del misterio:

- Habitación cerrada.

- Arma homicidio.

- Suicidios aparentes.

- Sobrenaturales.

- Sin cadáver, pero con huellas del asesinato.

- Desaparición.

- Fantasmas del pasado.

- Ritual: el asesino suele ser un pirado, un asesino en serie o una secta.

A veces, todo esto no nos lleva al móvil, sino que es para despistar al lector.

Hay que tener cuidado con la causa de la muerte. Tienen que ser verosímiles.

Ejemplos:

- Estrangulación: para estrangular a una persona el asesino debe tener mucha fuerza y habilidad ya que hay que hundir el cartílago del a garganta con dos dedos. Además, la víctima tiene la mala costumbre de defenderse.

- Cadáveres cortados: Corta un cadáver, por ejemplo, por la mitad, no es fácil. Se necesita un instrumental específico y conocimientos del cuerpo humano. Además, también se necesita tiempo, un lugar adecuado y se pueden dejar muchas huellas.

- La cabeza es una parte del cuerpo que puede crear mucho impacto según aparezca pegada al tronco, separada del tronco o que no aparezca.

Puede haber varios tipos de móviles:

- Afectivos

- Monetarios

- Otros intereses políticos, sociales, etc.

La novela negra tiene varios elementos que hay que equilibrar dentro de la trama:

- Misterio

- Morbo

- Truculencia

- Factor social

- Empatía

El lector tiene que sentir el reto por descubrir al asesino y su móvil o la enorme curiosidad por que se desvele el misterio.

La famosa serie Hitchcock presenta vuelve a cambiar las reglas de la novela negra: la mayoría de los crímenes pertenecen al ámbito doméstico, no a la oscuridad. La verdadera emoción viene por esos puntos en los que te puedes aferrar. No se necesitan muchas excusas para matar. A veces los móviles son ridículos.

Los objetos también pueden cobrar mucha importancia, sobre todo, cuando desaparecen. No tiene por qué tener un gran valor económico. Si carece de ese valor es incluso más intrigante (¿Por qué se lo han llevado si carece de valor?). A veces pueden tener valor sentimental o simbólico.

Luego hay elementos que pueden dificultarnos el misterio como los móviles o las cámaras de vigilancia. Con lo primero bastaría con situar la acción en una época anterior o quedarnos sin cobertura y para lo segundo, pueden estar rotas o que el crimen transcurra en lugares sin cámaras.

Sugerencia de lectura: El montacargas de Frederick Dard

Deberes: Inventar un crimen

Personajes

Las novelas de crímenes son novelas de personajes y por eso mismo tienen que estar muy bien construidos. No hay que olvidar que los crímenes los cometen las personas. Cuando un escritor se sienta a crear a sus personajes debe hacerlo con pausa, tranquilidad y pensando todos los detalles.

Existen muchas guías para construir personajes. Por ejemplo:

- Rol en la historia

- Ocupación

- Objetivo

- Descripción física

- Personalidad

- Costumbres y modales

- Fondo y antecedentes

- Conflictos internos

- Conflictos externos

En todos los personajes hay que intentan encontrar un equilibrio entre emociones positivas y negativas (gamas de grises).

Cuando construimos a nuestros personajes, cuanta más profundidad les demos mejor, aunque incluyamos detalles que luego no se reflejarán en la novela. Hay que intentar hacerles reales para darles vida en la novela.

Debemos tener mucho cuidado con las etiquetas. Las personas somos mucho más complicadas que los clichés, tópicos, clases sociales, géneros, razas, etc.

A veces, hasta el mismo decorado toma la forma de un personaje más y tiene mucho que ver con lo sucedido. Esto puede pasar también con elementos inánime, como, por ejemplo, el tren en Asesinato en el Orient Expres de Agatha Christie. 

Recomendación de lectura: Un autor que construye muy bien a sus personajes es Harlam Coven.

La víctima

Hay un personaje esencial en toda novela negra: LA VÍCTIMA

Es otro personaje más de la novela que hay que saber desarrollar bien. Es un ser humano. Tiene que transmitir emoción al lector. Y también complicidad emocional. Tienen cosas buenas y cosas malas en su vida antes de morir. Se le puede conocer a través de los otros personajes o utilizando el recurso de los flashbacks. A partir de la víctima obtendremos al resto de los personajes: familia, amigos, conocidos…

En este personaje, al igual que en todos, hay que enseñar sus grises, sus defectos y virtudes; su personalidad, carácter y decisiones en la vida, que a veces serán mejores y otras peores; sus relaciones, etc…

Hay autores que no piensan mucho en la víctima y se centran en el crimen en sí, pero para conseguir el objetivo de emocionar al lector es importante presentarle a la víctima y que sientan empatía con esa persona a la que se le ha privado de la vida de forma no natural. No podemos matarla sin haberle dado vida antes. 

Ya empezamos a apuntar hacia el móvil cuando describimos a la víctima en profundidad. ¿Cuál es la razón de su muerte?

Muchos crímenes los comete la familia. Son los sospechosos número uno. Y son los primeros a los que va a interrogar la policía, luego a los amigos, compañeros, conocidos… No sólo por ser sospechosos, sino porque también pueden dar datos sobre lo que ha ocurrido.

Los testigos, amigos, familiares y conocidos son los que van aportando información al caso (sobre los acontecimientos y sobre la víctima), aunque a veces den datos erróneos o deformados porque los sentimientos tienen mucho peso: amor, odio, envidia… Incluso el estado del testigo es importante. Podría estar ofuscado, enfermo o borracho en el momento en el que presenció el hecho sobre el que declara. A veces los testigos conocen a la víctima, pero también hay ocasiones en las que no.

Recomendación de lectura: La piedra lunar de Wickie Collins

Deberes: Perfil de la víctima

El investigador

Otro personaje muy importante e imprescindible en las novelas de crímenes es el del INVESTIGADOR, ya que va guiándonos en el acertijo que plantea la trama. 

Puede estar relacionado con la víctima, lo que puede darle un potente motivo para investigar más allá de los límites, o ser meramente un profesional. En este último caso, normalmente se dota a este personaje con una historia triste o impactante para emocionar al lector, porque de otra manera, puede parecer demasiado plano. En este caso, el investigador debe entrar poco a poco en el mundo de la víctima e ir conociéndolo, ya que necesita saber cómo vivía, que relaciones tenía, cómo pensaba, qué clase de persona era para que quisieran matarlo.

Como con todos los personajes, hay que entenderlos como seres humanos con sus problemas e inquietudes. Tienen que ser falibles. 

El investigador incluso podría tener un interés personal aún sin conocer a la víctima, por ejemplo, si todo le apunta como culpable y será acusado del crimen si no demuestra lo contrario encontrando al verdadero criminal o está metido en un berenjenal relacionado con la víctima.

Si el investigador no es profesional, sino una persona corriente, nos identificamos más con él. A veces se meten e investigar porque la policía ha zanjado el caso y el investigador, que conocía bien a la víctima, no está de acuerdo porque algo le choca. La novela le deja, entonces, sin apoyos profesionales (ni policías, ni criminólogos, ni técnicos criminalistas…) y se las tiene que apañar con sus propios medios.

Siempre hay que tener en cuenta el factor de que nunca llegamos a conocer a nadie, aunque compartamos hogar y vida con esa persona. De hecho, no debemos olvidar que el investigador, también puede resultar el asesino al final (O en el punto de la trama que estime el escritor que se deba destapar este hilo de la trama).

Recomendación de lectura: John Le carre Llamada para un muerto

Deberes: Perfil del investigador


domingo, 12 de noviembre de 2023

Sacrificios de la hechicería

Este relato también lo ha escrito mi hijo Daniel para el concurso IV Concurso juvenil de historias #Historiasdejóvenes

Soy un trabajador de la agencia de los hechiceros de la Cruz Azul. Esta agencia se encarga de exorcizar demonios que puedan hacer daño o matar a la gente.

Ese día, mi escuadrón era el encargado de exorcizar un hospital lleno de gente. Evacuamos a todo el que se encontraba en el hospital en una habitación y tras cerrarlo echamos un velo, un conjuro que evita que las maldiciones agitadas entren en un lugar, en este caso, para que no hicieran daño a los enfermos y el personal del hospital.

Yo sería esa vez el encargado del velo, mis compañeros, empuñando las armas anti maldiciones reglamentarias se dispusieron a encontrar a la maldición. Estas armas reglamentarias consistían en una espada corta de filo por ambos lados bañada en agua bendita y una granada, también repleta de agua bendita, además de un rosario en forma de protección.

La verdad es que me había enfrentado a misiones peores, así que estaba tranquilo. De repente, empezaron a sonar ruidos dentro del velo por lo que me puse nervioso. Si quería revisar que todo fuera bien debía quitarlo, lo que permitiría a las maldiciones, ya enfadadas, atacar a la gente. Entonces, pensé que era imposible que una maldición rompiera mi velo, así que me despreocupe, pero aun así seguían sonando ruidos extraños en su interior.

Pasaban los minutos y se me hacían eternos. Me estaba agobiando, algo que ni en mi primera misión me ocurrió. Las gotas de sudor frio caían lentas por mi frente y mis ojos, que variaban la mirada entre la puerta y el pasillo, ya empezaban a lagrimear por no pestañear debido a la inseguridad.

Los sonidos de la habitación se intensificaban y no eran humanos. Mi mente sabía que todos estaban bien y que era una trampa, pero mi corazón no decía lo mismo. Ya a punto de correr por los pasillos a causa de la incomodidad, pude ver a mi compañero Michel volviendo con la espada desenvainada y cubierta de sangre. Estaba pálido y mirando a un lado y a otro inquieto. Además, caminaba de forma extraña. Por el cansancio y fatiga extrema que me había causado tanta presión no me fije en estos notables detalles y le hice caso cuando me dijo con voz rota:

-Darim, quita el velo, ya exorcizamos a la maldición.

Casi no me mantenía de pie por la pesada aura del lugar, así que hice lo que ordenó.  En cuanto quité el velo, mi antiguo compañero empezó a reírse desquiciadamente. Me quedé perplejo, pero me di cuenta segundos después que mi compañero había muerto en la trifulca y que ése era un espíritu de posesión.

Se me quito la fatiga de golpe, desenvaine la espada y arremetí contra mi amigo, pero él no se movió y me dijo que ahora mismo él no era mi asunto más importante. Horrorizado me gire y escuche los gritos de la gente que antes estaba dentro del velo. Abrí rápidamente  la puerta de la sala de evacuación, para encontrarme una imagen tan impactante como traumatizante.

Eran montones de cadáveres de pacientes, doctores y enfermeros. Todos descuartizados brutalmente. Pude observar un demonio gordo en el centro de la inmensa sala con la cabeza de un doctor en la mano.

Me tire con odio hacia él, asestándole un tajo en el brazo, lo que no le hizo nada. El me agarro con gran fuerza y sentí como me partía un par de costillas. Entonces, me acorde de la granada de agua bendita y se la arroje al demonio, rezando sin muchas esperanzas.

Sorprendentemente, le hizo un gran daño impactándole en la cara y, con una rabia que nunca había experimentado, lo remate golpeándolo repetidas veces con ira ciega. Detrás de mí se hallaba el cuerpo poseído de mi amigo. Con odio, y a la vez dolor, en mis ojos lo decapite de forma rápida.

Quede completamente en shock, con una mezcla de enfado, rabia, mareo y una tristeza infinita. Me cuestione el paradero de mis otros dos amigos, pero rápidamente deduje que el   poseído habría tomado sus vidas.

Y así es como, solo, y después de la peor noche de mi vida, salí andando de ese hospital. Manchado con la sangre de la misma gente inocente a la que había fallado.  No podía asimilar la cantidad de vidas que quitaron mis acciones. Ese día cumplí una misión, pero una gran parte de mi corazón y sentimientos se fueron para no volver.

La discusión de los dioses

 

Este relato también lo ha escrito mi hijo Daniel para el concurso IV Concurso juvenil de historias #Historiasdejóvenes

En un mundo donde los dioses controlaban la tierra, se formó un sindicato de los más fuertes. Estos dioses eran cuatro y buscaban distribuir el poder a partes iguales entre ellos. Ninguno de los dioses tenía un nombre específico, así que se llamaban por lo que les definía. 

El dios de la muerte entró en la amplia sala dorada que usaban como lugar de reunión. Ésta poseía cuatro tronos de oro puro y, en el centro, la maqueta de un globo terráqueo que levitaba. En cada trono ya le esperaban sentados los otros tres dioses.

El dios de la guerra, un hombre muy corpulento que llevaba un atuendo parecido al de un espartano con un hacha de un filo a la espalda, él siempre sigue las reglas sin dudarlo y es muy noble. El dios de la felicidad, un joven rubio de pelo largo, que posee unas prendas griegas que solo le cubren la parte inferior a la cintura. También tiene un gran arco repostado al lado de su asiento. Era un dios descuidado y no pensaba en las consecuencias de sus actos.

El de la naturaleza llevaba puesta una armadura de samurái, hecha de madera y tallos verdes, con una katana atada a la cintura. Este dios era frío y manipulador. 

Y, por último, el de la muerte, que vestía de negro, el mismo color de su pelo, y mantenía una personalidad fría y aburrida, de aquel al que no le importan mucho las cosas. A lo mejor por eso mismo, no tenía muy buena relación con el resto de los dioses.

Empezó la reunión. Ésta trataba del reparto del mundo, que se hacía cada veinte años, siendo ésta la vigesimoprimera vez que se celebraba. Justo antes de empezar, el dios de la alegría esbozó una perversa sonrisa desde su asiento, mientras se levantaba y empuñaba su arco. Ni siquiera había empezado el reparto y ya empezaban las tensiones. El dios de la muerte y el de la guerra se levantaron rápidamente enarbolando sus armas, mientras que el de la naturaleza se mantuvo sentado sin mover un dedo.

—¿Qué se supone que haces, dios de la alegría? ¡Empuñar armas no está permitido! —vociferó el dios de la guerra entonces.

—Nosotros ya nos estamos cansando de dioses innecesarios —gritó el dios de la alegría a su vez.

—¿Nosotros? —dijo confundido el dios de la muerte.

No le dio tiempo a decir nada más, ya que el dios de la alegría cargo dos flechas de energía; una para cada dios, excluyendo al de la naturaleza; y las disparó sin dudar. Al dios de la muerte le rozó el brazo y al dios de la guerra le atravesó el hombro. El dios de la guerra intentó, a su vez, agarrar su poderosa hacha; pero el dios de la alegría, que sospechaba que con esa hacha lo derrotaría fácilmente, se lo impidió con una lluvia de penetrantes flechas de energía, que le atravesaron el muslo, hombro, pecho y vientre al dios guerrero. El herido vomitó sangre tras el impacto de tan potente ataque.

—¡Ja ja ja! Te imaginaba más fuerte —gritó el dios de la felicidad con euforia.


El dios de la muerte intentó reaccionar, pero un par de flechas de energía se clavaron en su tobillo. El sombrío dios ya se figuraba lo que pasaba, una traición para conseguir el poder en todo el mundo, pero pensó que no podía haberla llevado a cabo solo el dios de la alegría; ya que era incauto, pero no tonto; y sabía que solo no podría contra los tres dioses. Entonces dirigió la mirada al dios de la naturaleza, que se hallaba aun en el trono, sentado y tranquilo. En ese momento entendió todo lo que sucedía. El dios de la guerra moribundo se levantó lleno de sangre y agujeros. El dios de la alegría, ya cansado de él, le tiro una flecha de energía a su cabeza terminando con su vida. 

El dios de la alegría celebraba feliz su victoria, pero, entonces, el dios de la naturaleza dijo con voz imponente:

—¿No pensarías que yo iba a compartir la gloria con un dios tan miserable como tú?

Se levantó a gran velocidad y, con su catana, le corto la cabeza al dios de la alegría de un tajo que, ya decapitado, seguía con una sonrisa en su cara. No le había dado tiempo a quitarla del rostro. 

—Ya solo quedas tú, dios de la muerte – Dijo el dios de la naturaleza.

Se abalanzó contra él y le hizo una herida profunda en el pecho que lo dejó muy herido. El dios de la naturaleza ya se iba de la sala victorioso habiendo cumplido su mayor sueño: ser el más fuerte.

Pero no tuvo en cuenta algo: a un dios no le puede someter su propio elemento, por lo que si el dios de la muerte controla la muerte, no es capaz de morir.

Con gran velocidad la hoja de la guadaña se precipitó hacia el dios de la naturaleza. Éste invocó un par de gruesos robles en un intento de frenarla, pero la guadaña, con dos rápidos giros, troceo los árboles e impactó de lleno en el pecho del dios de la naturaleza, que acabó rebanado por la mitad y muerto. 

El dios de la muerte salió de la sala ya completamente regenerado. La gran habitación quedó destruida y ensangrentada. Siempre pasaba lo mismo. Los dioses eran como una larga mecha que en algún momento estallaba haciendo que se maten entre ellos. Ya lo había vivido muchas veces, siendo él el único superviviente.   

Por eso el dios de la muerte debe ser neutral. Ya que, después de las matanzas entre dioses, él se encarga de crear nuevos para instaurar la paz, ya que sabe que poner todo el poder en una sola persona sería un gran error.

Ese día salió de la gran estancia desanimado, pues sabía que tendría que invertir muchos años   en restaurar el orden.     

sábado, 4 de noviembre de 2023

La madriguera

 

Este relato también lo ha escrito mi hijo Daniel para el concurso IV Concurso juvenil de historias #Historiasdejóvenes

Cuando pasó la historia que os voy a relatar yo aun era un niño. Marcó por completo mi vida, me hizo madurar a la fuerza y comprender que un paraíso, estando solo, es como el más lúgubre de los infiernos.

Tenía unos seis años y me encontraba en un pequeño cobertizo de madera. Ese era mi pequeño cuartel, donde pasaba horas jugando con mi imaginación. Era por la tarde y, en poco tiempo, tendría que ir a cenar. 

Me fije en un amplio hoyo que se formaba en el suelo del cobertizo. Como era un niño sin preocupaciones no dude en meterme dentro. Era claustrofóbico y muy estrecho. Cada paso que daba me manchaba la ropa de barro y raíces. Se me hizo muy largo el recorrido, pero notaba que cada vez se agrandaba más y más, hasta que llegué a una pequeña habitación hecha de lo que parecía ser tierra, pero muy pulida para que encajara como pared.

Me fije sorprendido en los muebles, hechos de barro solidificado. Tenían acabados fabricados con raíces, aparentemente hechos a mano a mano, y la habitación bajo tierra tenía una buena iluminación, que no sabía de dónde podía venir. Cuando alcé la mirada, pude ver un trono no demasiado grande, pero, lo que más me sorprendió, fue el gran y gordo conejo que estaba durmiendo en el mismo.

El conejo notó mi presencia, abrió los ojos y me miro sin levantarse de su asiento.

—Hola chico. Me llamo Mr. Botton y me da que has acabado en un lugar en el que no deberías estar.

Estaba muy extrañado de tales palabras. Él era un conejo con un traje elegante y una corbata color rojo como el vino. Se encendió un puro y lo mantuvo en su mano izquierda, mientras que con la derecha se recolocaba unas gafas redondas sobre la nariz.

En mis recuerdos no estaba tan asustado de encontrarme en esta situación como lo estaría ahora mismo. Entonces, el conejo interrumpió mis pensamientos con una aclaración muy devastadora.

—Lo siento chico —dijo con voz gruesa —. No podrás salir de esta madriguera, pero yo dejare que te quedes como si fuera tu casa.

Después de decir esta frase volvió a dormitar.

Me queda impactado por las palabras del animal, pero, aun así, no estaba asustado, ya que el animal desprendía un aura de bondad que te daba una buena impresión y tranquilidad absoluta. 

Pasaron los días y el conejo siguió dormitando. Mientras, revise la madriguera. Ésta consistía en muchos túneles que llevaban a una gran variedad de habitaciones: comedores, huertos, piscinas, salones, hasta patios dentro de la madriguera. Fácilmente serian unas cien estancias. El misterio de la iluminación bajo tierra seguía presente, pero no me preocupaba descubrir la razón.

Con el paso del tiempo me di cuenta de que las paredes eran muy blandas y también que había grandes almacenes con todo tipo de comidas. Unos días después de empezar a investigar la gran madriguera, me di cuenta del significado de las palabras del conejo, ya que no había encontrado ningún tipo de salida.

Pasaron los meses y, cada tres semanas aproximadamente, el conejo se despertaba y hablábamos. Yo ya me había atribuido una habitación, ya que toda la madriguera estaba completamente vacía y el conejo nunca se levantaba de ese sofá. Le visitaba de vez en cuando y parecía tranquilo, como si no le importara lo que pasara a su alrededor. Cada vez me iba adaptando más a la madriguera, conociendo todos sus rincones. Tampoco llegué a aburrirme nunca por todas las actividades que podía hacer en ella, y, una cosa que me llamo la atención fue que no eché de menos ni mi vida ni a mi familia. 

Pasaron cuatro años y yo ya había crecido, llegué a tener una muy buena relación con Mr. Botton y me sentía feliz, pero notaba que esa madriguera me limitaba y buscaba más, o, mejor dicho, aspiraba a más que a quedarme allí. De repente, ya no me gustaba la madriguera. Al revés. La odiaba y aborrecía. Quería destruirla con el propósito de escapar. Quería volver a mi antigua vida.

Lo que averigüé del conejo estos años fue que él tuvo una familia, pero en un blanco, y a la vez oscuro invierno, sus hijos murieron de desnutrición y le dejaron solo. Él se enterró bajo tierra con la intención de suicidarse. Pero, cuando despertó, se encontraba en esta extraña madriguera. Volvió a tener ganas de vivir al llegar, pero al saber que no había salida se negó a moverse. Por lo que permaneció inmóvil durante todo este tiempo esperando su muerte. Pero por más que esperaba, ni el hambre ni la sed llegaban a él.   

Yo, por mi parte, empecé a caer en la desesperación y, con tan solo diez años, me obsesioné por escapar de aquel lugar, que antes me parecía precioso y ahora horrible. Pensé en mil maneras diferentes de perpetrar el escape: cavar, explotar la madriguera con dinamita, causar una inundación…pero nada funcionó. 

Un día descubrí que, tirando de una raíz, se removía la tierra. Con esfuerzo y perseverancia, tras tres meses, logré romper un poco la capa de tierra que no me dejaba pasar. El único contra es que, a causa de mi actividad, el derrumbé de la madriguera era inminente.

Le conté esta noticia a, ya mi amigo, el conejo Botton, pero su respuesta me dejo perplejo.      Me dijo que no se movería y yo, con cierta pena, intenté convencerlo, ya que él fue mi único compañero en mi extraña infancia. Entonces me dijo que ya estaba cansado y que vino buscando la muerte, así que, yo, al sepultarle bajo la tierra cumpliría con su mayor sueño.

Con tristeza en el rostro accedí y escape, pudiendo observar el derrumbe desde fuera. Después de salir del cobertizo, ya abandonado, de mi casa, me di cuenta de que me daba igual mi familia o mi hogar. Sólo podía mirar con nostalgia y tristeza la tumba de mi único amigo. 

viernes, 3 de noviembre de 2023

La luz de las farolas

 

Este relato lo ha escrito mi hijo Daniel para el concurso IV Concurso juvenil de historias #Historiasdejóvenes

Hoy os relataré una historia que me pasó una desafortunada noche que no puedo recordar sin paralizarme de terror.

Este extraño y tenebroso acontecimiento sucedió en diciembre. Caminaba hacia mi casa después de una fiesta alocada.  Estaba exhausto y un poco mareado.  No niego que me hubiera pasado con las copas en esa ocasión, aunque suelo estar muy atento con el alcohol que bebo. De todas formas, no noté gran diferencia entre esta noche y otras similares. De repente, me fijé en la luz pálida y transparente de una farola gastada. Por un segundo, me vi inmerso en la oscura tranquilidad de la noche y, sorprendentemente, ya no notaba el alcohol ni la agitación que se hallaban en mí. Tan solo existía  un pensamiento estático en mi cabeza completamente vacía.

Un terror irracional me invadió. Mi mente no podía dejar de pensar que en la calle ya no estaba solo yo. Y, aun sabiendo que era mentira, me dejé llevar por mis impulsos. La adrenalina no solo invadió mi cuerpo… sino también mi cerebro. Podía escuchar  pasos acercándose a mí a una velocidad imposible, pero, a la vez, con una tranquilidad impasible. 

En un instante, me frené. No dejaría que mi mente me controlara. Era confuso y mi cuerpo no haría lo que le viniese en gana. Mi cabeza dejó de ser blanca, como un lienzo, a negra, como una gran tormenta.  Conseguí calmarme con un esfuerzo psicológico inmenso, pero en ese momento, sentí un escalofrió recorriendo todo mi cuerpo y pude ver lo que me dejaría inmóvil por unos segundos.

Lo que se hallaba delante de mí era un hombre alto. No pude aproximar su altura por el cansancio, pero me superaba en altura con creces. Era un hombre con una chaqueta abierta, que le cubría todo el cuerpo, excepto el pecho y la zona abdominal, donde se  destacaban varias vendas, imposibilitándome ver su piel. Su cara era deforme, parecía quemada. El único rasgo humano que había en ella eran sus ojos, que eran amarillos como el azufre. También poseía una fúnebre sonrisa. Su cara sufría una carencia de nariz producida por lo que parecía un corte limpio. 

Me quedé paralizado al ver tan alto y robusto cuerpo. Él se paró también y, con una voz fúnebre, me dijo que eligiera el color verde o el color rojo. Yo, extrañado, no sabía que decir, pero, por instinto, respondí el verde. Ni siquiera sé cómo me atreví a responderle a ese ser demoníaco. Él sacó una ficha de casino carente de número en el centro. Por un lado era verde esmeralda y por el otro rojo metálico.

Los dos permanecimos en silencio absoluto durante unos segundos, que me parecieron eternos. Él, por fin, se dignó a lanzar la ficha al aire, atrapándola antes de que chocara contra el suelo. Antes de abrir la mano, me dijo que si no salía el color de mi elección no me ampararía un buen futuro. Yo ya no podía estar más asustado. Mi cara estaba congelada en una mueca de espanto, ya que no entendía nada.

Mis ojos sintieron el terror más absoluto cuando él revelo el brillante color carmesí de la pieza. No sabía lo que iba a pasar a continuación, pero estaba seguro de algo… que, aunque quisiera correr, las piernas no me responderían. Mis ojos pudieron ver los aterradores labios de aquel ser curvándose en una deforme y demente sonrisa. Me disponía a suplicar, pero algo dentro de mí me hizo entender que no serviría para nada.

Ese hombre, si así se le puede llamar, se abalanzó sobre mí a gran velocidad y pude divisar cómo sacaba un objeto punzante. Parecía una especie de cuchillo de cocina. Empezó un corto forcejeo, ya que él me ganaba en fuerza. Sinceramente, parecía tener habilidades sobrehumanas.

Pude sentir como ese objeto se sumergía en mi pecho. Sentí el frío del metal, tan frío como el invierno. Ese frío tan intenso no me dejó hacer caso al dolor. Cuando me desplomé en el suelo semiinconsciente, lo único que me vino a la mente en ese oscuro momento fue el pensamiento de que, de niño, le tenía un miedo irracional a la oscuridad. Un miedo que pensé que había desaparecido, pero al final resultó que en lo más profundo de mi subconsciente seguía ahí.

Casi no podía respirar. Aún así, hice un esfuerzo para ponerme boca arriba, con el cuchillo aún enterrado en el pecho. Se borró de mi mente toda la situación, ya que en ese momento lo único que me importaba era la molesta luz tenue de la farola que cegaba mi vista, ya borrosa de por sí.  

Pensé que el día en el que muriera sentiría un miedo atroz minutos antes, ya que me atormentaría el pensamiento de no estar ya en la faz de este mundo, pero, en ese momento, no me importó. No lloré ni grité. Me mantuve sereno. Lleno de expectación. No sé exactamente qué era lo que esperaba.

Pero en ese momento, un fogonazo de luz me cegó y desperté, horas después, en mi cama. Aturdido, lo primero que pude visualizar fue la ventana de mi habitación. Estaba  rota, pero no dudé ni un segundo en mirar mi pecho. Efectivamente. Allí se encontraba una gran herida cosida.

Mi historia se habría tomado por falsa de no ser por la indiscutible cicatriz con la que cargué el resto de mi vida. A la gente que se lo conté se quedó muy sorprendida y un tanto escéptica, pero me solían responder que tenía que haber sido el mismo ser que me atacó el que me había salvado... pero yo lo dudo. No sé quién o qué era, ni por qué pasó lo que pasó, pero hay algo que sé con seguridad: lo que me salvó no fue él, ya que solo hacía falta ver su mirada cargada de perversión para intuir que su intención no era dejarme vivo esa noche.

miércoles, 27 de septiembre de 2023

La hora

 —Buenos días, me han comentado que es usted Canario.

—Sí miniño, de un pueblecito de Gran Canaria.

—Pues está de suerte. Tengo algo que le han quitado.

—Pero si yo creo que lo tengo todo…

—En absoluto. Porque a ver. ¿Podría decirme la hora?

—Por supuesto, son las doce y veinte.

—…

—¿Le ocurre algo?

—Ya le han dado una, ¿verdad?

—¿Cómo?

—Confiese. Alguien se me ha adelantado

—De verdad que no le entiendo… ¡Oh! Disculpe. Acabo de volver de la península y se me había olvidado cambiar el reloj. Son las once y veinte.

—¡Eso es otra cosa! Espero que disfrutara de su viaje a España.

—A la Pe-nin-su-la.

—Lo que sea. El caso es que usted sigue necesitando esa hora.

—¿Qué hora?

—¡La que le han quitado! Si no entiende esto, no se va a enterar de nada del resto de lo que le voy a contar.

—Agüita con el machango este.

—Por favor. A mí hábleme en castellano que no entiendo el guanche.

—¿Y godomierda lo entiende?

—Qué genio. Ahora entiendo lo de la barrera de coral. Es para controlar que no salgan a lo loco, ¿verdad?

—¿¿Pero de qué barrera me está usted hablando??

—Cuanta incultura indígena. Nunca me lo hubiera imaginado.

—Mire papafrita. No le meto una ostia porque viene mi guagua, que si no…

—¿¿¿Viajan en perros??? Eso es explotación animal. Creo que no ya no le voy a dar la hora que le falta. No se lo merece, señor aborigen.

—…

—Pues no me ha reventado la cara de un bofetón. ¡Será salvaje! Yo me meto en mi tardis y no vuelvo a la Atlántida nunca más. Que se queden con su hora de atraso para siempre. Así llegarán siempre tarde a todos lados. Es lo único que se merecen.